Una cuarentena y una idea de consumo responsable para Navidad
Id buscando en los trasteros bolas y espumillones. Y no olvidemos que somos personitas antes que podcasters, médicas o emprendedores.
No es una cuarentena cualquiera 📅
No, no me refiero a que nadie tenga que meterse en su casa o aislarse. Si no, todo lo contrario. Después de Navidad, ya veremos, aunque parece que España está más protegida que otros, porque somos buenos ciudadanos y ciudadanas, cariñosos con la ciencia, y le sacamos medio cuerpo al resto del mundo con esto de la vacuna.
A lo que me refiero es a que no queda tanto para la dichosa Navidad. Fuente de alegrías y depresiones por igual, creo que lo vivido en estos últimos dos años, a todos nos puede acercar al deseo de poder celebrarla con un poco menos de protocolo sanitario con nuestra familia.
El año pasado, en la Navidad de 2020, ni Guille ni yo celebramos nada con aitite y amama. Supongo que este año reconozco en mi interior un deseo de volver a probar los clásicos de mi madre: huevos rellenos; la “prueba” de cerdo con pimentón de la Vera que, como buena extremeña, nos sigue cocinando; embutidos, langostinos, sopa de pescado tope de gama, sopa de almendra (es un postre dulce, como un mazapán húmedo, ojo)…en fin, una excusa para volver a estar todos juntos. Seremos siete y solo uno estará sin vacunar (o no): mi sobrino Víctor que no cumple 12 hasta finales de febrero.
Lo dicho: que no sea El Corte Inglés el que os lo tenga que recordar. Aquí estoy yo, para que no se diga.
Un regalo por persona 🎁
Obvio que de este acuerdo tácito debemos dejar fuera a los niños, aunque ya conozcan el secreto mejor guardado del Olentzero, de los alquimistas de Oriente o de San Nicolás.
Pero entre los adultos, hace ya varias ediciones de esta fiesta del solsticio de invierno, que llamamos Navidad por haber nacido entre iglesias, que nos ponemos de acuerdo con los mal llamados Reyes Magos, para que a cada adulto de la familia le llegue un regalo. Algo especial. Algo que desea de verdad. Pero SOLO uno.
Para eso, el viejo conocido amigo invisible, se alía con los Magos y hace su hechicería tras un sorteo con papelitos. A aitite hay que ayudarle un poco, porque los ictus le tienen un poco perdido en los detalles pequeños. Pero participa como uno más de esta fiesta de la generosidad. Como los demás: sin tener que llenar nuestra Navidad de cosas. Os animo a que lo probéis. El foco sobre cada regalo es enorme y la alegría de quien lo recibe, espectacular. Consejo: evitemos encargar a Baltasar esa prenda de ropa de compromiso o ese libro solo por salir del paso (si es libro, que lo sea con todas las consecuencias). Un solo regalo: currémoslo.
El euskara en mil palabras 📖
Aquí mismo os conté una vez que “buenas noches” en euskara es “gabon” (léase con tilde en la “o”, como el país africano). Pues Navidad, por lo que sea, es igual pero en plural: “Gabonak”. Lo que literalmente significa Buenas/felices noches.
Son muchas las cosas que ocurren en la noche por Navidad. Destaco una de ellas de mi entorno: la noche de Nochevieja, en mi pueblo, se corre la San Silvestre más antigua de España. Ahí lo dejo, que luego parece que chuleo.
Epílogo 🔚
Sí. Hoy me ha salido una Niusleter que parece un episodio de Bala Extra de los íntimos. A veces me da miedo pensar que estos ramalazos os asusten a algunos y consideréis que lo que cuento no tiene valor. Sin embargo, este ejemplar está directamente inspirado en la reflexión de esta semana en la comunidad de Bala Extra en Telegram t.me/balaextra donde poníamos en valor la humanidad tras la creación de contenidos. Y si algo he hecho desde siempre en mis contenidos es no ocultar mi condición humana y, en ocasiones, frágil.
Estas navidades no solo serán mejores porque volveremos a estar todos juntos en casa. También porque ha sido el año en que no me dio miedo volver, renunciar a dinero y apostar por la vida y por el tiempo. Fui valiente para partir y he sido valiente para volver. Porque a veces hay que irse para volver mejor.