“No hay que abatir a las flechas, hay que abatir al arquero”
Pedro M. Sánchez
Una enorme muralla de ceguera blanca
🏹 No hay que abatir a las flechas, hay que abatir al arquero. En el mundo en que vivimos, la mayor parte de las veces, incumplimos este adagio que aparece en boca de un personaje de la película “La Gran Muralla”, algo viejuni (2016) y que añade poco al séptimo arte, pero que me apeteció ver en una tarde de cine de aventuras. Lleva en Netflix desde 2019, pero a mi se me cruzó en el camino el pasado fin de semana.
Y esa es nuestra dinámica. Reaccionar a las consecuencias, sin tener casi nunca en consideración las causas. Así nos va con casi todo. Por eso, más que nunca, es tan importante que en un mundo de gentes que no quieren ver, los que ven no dejen de alertar a quienes permanecemos ciegos. ¡Que el iceberg se acerca!
La costa de los mosquitos en serie y en Apple TV+
📺Para quienes no me lo habéis escuchado nunca (raro será), Justin Theroux me dejó muy marcado en aquella magnífica “The Leftovers”. Una serie que sigue estando en lo alto de mis series favoritas ever y de la que él era uno de los protagonistas. Ahora me vuelvo a reencontrar con Justin en La Costa de los Mosquitos, una serie que es el remake de la película protagonizada por Harrison Ford cuando yo aún acudía al cine de la mano de mi novia de entonces, actual madre de mi hijo. Resulta que al ver los créditos, encuentro como productor, diría que incluso guionista, a Paul Theorux quien es, además, autor de la novela. Y por un momento me recorre un escalofrío. ¿Hermano de Justin? Imposible por la antigüedad de la historia. Más aún imposible cuando en el contenido poscréditos lo veo y es evidentemente un anciano (escribid esos “pos” sin “t”, hacedme caso -excepto que la palabra a la que va a preceder comience con “s”, en cuyo caso sí debéis incluir la “t”-) (postsocialismo).
Entonces se me ocurre que pueda ser su padre. No lo es. Es su tío. La serie lleva tres episodios con el que se haya estrenado hoy viernes y me está resultando muy interesante. Los dos primeros episodios tienen un algo mágico del que solo te sacan algunos convencionalismos mientras la familia protagonista intenta huir de una agencia gubernamental, sin entender aún qué crimen ha podido cometer el padre, que parece una buena persona. Algo de Nomadland se cuela en esta parte. La visión de una sociedad como la estadounidense, que se despoja de seres humanos cuando estos pierden la condición de consumidores sin medida.
Algunas otras facetas de la serie son, como digo, bastante más convencionales. Le sigo dando el beneficio de la duda, con la esperanza de que me deje un poso a buen nivel. Imprescindible ver los making of tras los créditos de cada episodio, aunque resulta un poco pesado encontrarlos tras los enormes listados de los actores y actrices de doblaje a innumerables idiomas. La serie actualiza la historia de la peli y del libro y me habló de ella JL Hurtado en nuestro último episodio de A propósito de nada
Los opioides en Estados Unidos son un problema de salud pública
💊 Quizás por la dureza de la vida en ese hermoso y terrible país, quizás porque el sistema farmacéutico en USA es una mala broma de desregulación, nada que ver con nuestro pulcro y regulado sistema de despachos de farmacia, lo cierto es que sin salir del país de Biden y de Nomadland, nos encontramos con una verdadera historia de terror. Hace dos décadas las farmacéuticas convencieron a la profesión médica y a la administración de que productos como la Vicodina a la que estaba enganchado el Doctor House, era la mejor forma de quitar el dolor, sin riesgo de adicción, a los habitantes de un país lleno de incertidumbre y de vida a cara de perro. Lo cierto es que sí resultó que los opiáceos (¡oh, sorpresa!) producían una adicción del carajo y desde hace un lustro nadie sabe muy bien qué hacer con la ingente cantidad de opioides que consumen los estadounidenses. Sin dejar de recordar que los estudios científicos muestran que mucha de la población más enganchada a los opioides dispensados legalmente llegan incluso a los consumos de heroína o de fentanilo, un opioide sintético ilegal muy popular. Una buena forma de entrar en contacto con esta realidad es un artículo, algo antiguo ya, de BBC.
En Japón lo que no saben cómo recolocar es la figura de los kamikazes
🇯🇵Locos para muchos (esa es la idea que se extendió en Japón durante la ocupación estadounidense, tras la II Guerra Mundial, hasta que se fueron del archipiélago nipón en 1952). Y fue en esos términos como se mantuvo la imagen de quienes dirigían sus cazas Zero hacia las quillas de los destructores y portaviones aliados en la guerra del Pacífico, al menos hasta bien entrada la década de los 80 o los años 90 del siglo XX, cuando un renaciente movimiento político derechista y nacionalista quiso probar a dar la vuelta a la tortilla, colocándolos como héroes de una lucha patriótica en nombre del Emperador. Hoy, la percepción de estos personajes míticos pero reales, balancea entre considerarlos casi como los terroristas yihadistas de nuestra era o héroes con honor al mejor estilo samurai. Nada como una joven generación que no conoce su historia para que políticos interesados reescriban en sus cabecitas, como folios en blanco, el peor pasado de su historia, poniendo en riesgo el Japón pacifista y pacífico que todos los que nacimos después de aquella gran guerra, hemos conocido en el País del Sol Naciente. Uno de mis destinos soñados para ir en cuanto me droguen y me metan en el avión adecuado.
Pero los cazas Zero no iban pintados de blanco…
…algo que sí ocurre con todo los aviones comerciales 🛩 (o casi todos), que surcan -cada día con más apreturas- los cielos del mundo. La elección de ese color no es una casualidad. Se trata de ahorrar en climatización interior (el blanco rechaza mejor los rayos de sol que a alturas sobre las nubes siempre inciden sobre los fuselajes) -salvo que se vuele de noche-. No llevar demasiados detalles de otros colores puede ahorrar hasta media tonelada de peso, algo bastante interesante cuando se trata de alzar el vuelo. Y si no que se lo digan a las aerolíneas de bajo coste que, como bien sabes, fundamentalmente ahorran en peso de equipajes -además de en las amenities que se ofrecen a los viajeros-. Adicionalmente, el blanco deja ver más la suciedad y también posibles defectos de fuselaje, tan poco recomendables para volar con seguridad rumbo a Tahití cuando todo esto acabe. (Estoy viajero, se nota la falta).
El caso del hombre que puede acabar con el uso legal de la tecnología de reconocimiento facial
Leía en El País el caso de Robert Williams, que ha demandado a la policía de Detroit por detenerle mediante un software de reconocimiento facial que, tras cruzar las imágenes de un atraco a una joyería con la base de datos de carnés de conducir del Estado de Michigan, encontraba un parecido “razonable” entre él y el criminal: los dos son negros y corpulentos. Por lo demás deben parecerse tanto como el feo de los Calatrava y Jon Kortajarena.
Algo así no parece que pueda producirse en la Unión Europea, que a finales de abril presentó un proyecto que prohíbe expresamente este tipo de tecnología, salvo en casos excepcionales, como la prevención de delitos graves como atentados terroristas.
No tengo ninguna duda de que, ocurra lo que ocurra con la demanda que las organizaciones de derechos civiles han presentado contra la ciudad de Detroit y su policía 👮♀️ o con las normativas aprobadas en el Parlamento Europeo, los servicios de inteligencia llevan usando y seguirán haciéndolo, este tipo de tecnologías y otras que aún ni consideramos que existan. Te hablé de ello en el primer episodio de la semana de Bala Extra.
Epílogo
La semana que viene hablaremos de la tercera guerra mundial ocurrida a partir de 2008, y del ciberataque contra SolarWinds, proveedor del Pentágono, de importantes instituciones de medio mundo y de grandes empresas. Además de otras cuestiones que, espero, sean de tu interés.
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Por cierto, sigo todo lo que puedo con mis paseos diarios. El domingo pasado me acordé de ti a eso de las 8 de la mañana, cuando daba mi solitario paseo matutino y pasaba delante de la iglesia junto a la que está mi casa. Hice esta foto. Te la regalo. Aquí se casaron mis padre en 1967 y aquí fui bautizado yo seis meses después, en 1968.
Hasta la semana que viene.
Clica aquí para ubicarla en el mapa.
Nuestra Señora de la Asunción (popularmente conocida como Parroquia de Santa María)
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Pedro M. Sánchez ha escrito esta newsletter desde algún punto de la calle Zabalea de Galdakao, Bizkaia.