Durante las dos últimas semanas mi hijo se ha convertido eventualmente en una especie de “guía espiritual” para mí. Y esto que, en parte, se ha podido atisbar en alguno de los episodios de mi pódcast diario Bala Extra, finalmente viene a esta Niusleter, a la que tenía abandonadilla desde hace unas nueve semanas, aprox.
Durante la grabación (se puede escuchar en el episodio, no es que me lo dijera off the record) del último episodio de La Extraña Pareja (disponible desde el 21 de diciembre en tu podcatcher favorito), Emilio Cano me encerró como a una res, pero con amol, cuando la van conduciendo hacia un camino más estrecho, hasta estabularla entre barrotes estrechos para marcarla a fuego. “Tienes que escribir”, me dijo. Y se refería a esta Nius y, creo, también a mis pódcast, o a algunos de ellos, que habitualmente no guionizo.
Fruto de esta última interpretación de sus palabras es mi intervención (“el discurso del rey” la he llamado yo en secreto) en Trending (episodio disponible desde el 22 de diciembre), el pódcast semanal de información y opinión de Emilcar.fm (la red de Emilio donde ahora está casi todo mi podcasting).
Pero también es lo que me ha animado a escribirte hoy, en vísperas de Nochebuena, sobre mis sentimientos. Alentado por el ser humano al que amo con más profundidad (mi hijo) y también por uno de mis mejores amigos, un hermano, que resulta que es un señor de Murcia con un castellano notable y una red de pódcast.
-“Aita (padre), tú no eres feliz. No puedes serlo, ahí sentado, delante de un vídeo de coreanos haciendo colchones de espuma, que dura 47 minutos”, me dijo mi hijo este pasado lunes. “Y no eres feliz porque no intentas serlo”.
-”Hijo, tienes razón. En muchos momentos de mi vida no soy feliz. Y creo que, por otra parte, deberías valorar estudiar psicología, porque tu diagnóstico es fascinantemente acertado”.
Con 54 años es bastante poco probable que, como decían los coach hace ya 15 años, se que suena viejuno, siempre te hayas mantenido surfeando la ola. Alguna cuantas te han pasado por encima y la marejadilla, con zonas de mar arbolada, aunque no te ha ahogado, te ha revuelto el estómago y te ha mareado en múltiples ocasiones.
Una oyente y lectora de esta cartita que te mando, autora intelectual de mi copy de referencia en las despedidas en Bala Extra (lo del abrazo y eso), me confiaba el otro día que pasaba por un momento de cierto rebrote de su ansiedad. Querida: pasa. Eso pasa, pero luego pasa. Es decir, que ocurre, pero luego desaparece como el dolor de cabeza en el anuncio de la aspirina “con burbujas”. Shhhhhhhhhhhhh y ya está.
La vida tiene piel y tiene entraña. Quedarse en la piel de la vida da vicio. La tatúas, la doras al sol, le pones un colgante de plata y la cubres con una camisa de Egipto comprada en “Blanc du Nil”, un comercio de ropa blanca de algodón en la Rue Gambetta de San Juan de Luz.
La entraña de la vida es distinta. No la puedes tapar, ni embellecerla en un tatuador de Bilbao La Vieja. Cuando intervienes en la entraña de la vida, haces cirugía mayor. Nada de estética. Y eso supone dejarse dormir con anestesia general, confiar en la medicina y estar dispuesto a despertar.
Si el cirujano de 18 años, pa´ 19, que me operó el lunes, clavando con destreza la espada en toda la cruz (que los animalistas me perdonen la referencia a la tauromaquia, herencia de mi abuelo Juan y que no frecuento) es mi hijo y le quiero tanto y confío tanto en sus intuiciones respecto a mi, debo decidir ser feliz. De momento él me saca por las tardes y me ha abrazado un día, con beso y todo y me ha dicho “te quiero”. Yo sentado en el borde de mi cama, a punto de acostarme, apostando que el día siguiente sería mejor. Tengo que dejar de apostar y trabajar para que ocurra.
Año 2023. Vaya incógnita, ¿no?. Habrá que trabajar CADA DÍA, para que mi hijo no tenga que volver a decirme que no soy feliz porque no hago nada.
Os quiero. Gracias por permanecer ahí a pesar de los cambios en el objetivo de esta Nius. En sus contenidos. Gracias por ayudarme a construirla como un elemento más de mi “obra”. Gracias por ser tan raritos como para llegar hasta aquí.
Y gracias a mi hijo y a mi “hermano” Emilio. El camino nos da esto. Oportunidades de querer, de amar, de ser felices y de convencer a otros de que retomen su senda y nos alegren con su conocimieno y su alto sentido del gusto y la estética, como mi querido José Luis. Otro hermano que ahora también escribe. En Over the Top (overthetopes.substack.com) La newsletter que se te va a hacer imprescindible por su belleza, su sabiduría y su contenido.
A Carmela García (cgdoval.es) ya le dedicaré lo suyo a parte. ¡Cuánto he aprendido de ella desde marzo de 2020!.
Y a ti. Si has llegado hasta aquí, escríbeme. Dime algo. Respírame. Susúrrame tus consejos o tus miedos. Puedes buscar en balaextra.com cómo hacerlo o darle feedback a esta Nius. Y recuerda, me recuerdo también a mi mismo, que el décimo premiado cuesta igual que el no premiado. Cuando te lo regalan no sabes lo que encierra hasta que no lo desenvuelves y encuentras dentro el mapa del tesoro. Gracias Guille por prestarme tu mapa.
Feliz 2023.
Ostras Pedro, acabo de llegar de mis minis vacaciones, con toda mi familia...(poca queda ya) y repasando el correo me encuentro tu Nius (paso de emails en vacaciones).
Desnudas tu alma como nadie !!!
Felices fiestas, y sigue así...Recuerda que la felicidad sólo aparece en pequeños momentos e instantes de la vida..
Abrazo infinito
Me ha encantado esta última entrega de “la nius”. Reconfortantemente intimista y sosegadora en estos tiempos de grito, confrontación y polarización.
A mi me gusta decir que desgraciadamente, la felicidad no es un estado continuo.
Tiene sus subes y bajas, pero siempre tienes que intentar disfrutar de lo que haces y buscar activamente las cosas que te hacen sentir bien. Que te hacen sentir feliz.
Esos momentos de felicidad hay que disfrutarlos y cuando vienen los momentos malos, acordarse de los buenos y tener bien presente que todo fluye, todo es temporal. Y que los momentos felices volverán.
Un abrazo, tocayo 🤗